colinosas tus sonrisas
de inmensa marioneta
donde el aire habría abierto
un sendero hasta los secretos más azules
sobre los campos de la simpleza
tus pieles
oh salvaje reflejo que se ha extinguido
sin una caricia a penas
mustias gotas se arrojan entre los dedos
hacia aquellos pasos
desvanecidos
para cambiar tu olor
por luciernagas
que se encienden en un constante
caer de otoños
pudiendo exhibirse
tan solo cuando se tiñe el aire
del recuerdo
del olvido
en aquel desértico sueño
mojado aún
por arcaicos vendavales
jamas oídos
que el tiempo se lleva.
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