marzo 10, 2010

huellas en el mar





en tus ojos vi nacer el sol

tarde estival
vienen tus riendas de viento
a empaparme de color

cristal de fuego
refleja en mi dicha
acantilados de sollozos,
que energéticos
juegan al ruedo

vuelca en los astros
salvajes ruinas;
atravesar el tiempo
alterandose de pluma a flor
recíprocamente
y altiva

trueques de vibración
¡y a volar con las alas de tus manos!
en esta etérea canción

exiliada perplejidad
te he oído desvanecer
entre enardecidos matices
de mis propios pies

Oh! cuan tenaz ha sido
sin escuchar
tu canto eufórico
del olivo

Oh!
mas las gaviotas
de azul percepción
me han dejado caer
sin esquivar el dolor
y hasta extinguir
ese sinfin de la razón
he sabido
discernir en ese umbral
aquel volar
del corazón.

Pues allí me heché a cantar;
escuché el alba
de tus ojos entonados
en esta tribial
profusión de silencios pintados
de dibujos sinfónicos
y de un aire que
por ciclos
había querido respirar.

Aquí me encuentro,
rey de todo el cosmos
escribiendo los versos
de la niña despierta

Con la mirada abierta
a los pasos blanquecinos
que se escriben
sin el tiempo
y que aún así el reloj eterno
va apoderandose
de todo este momento,
y por eso este concierto
de deidades
de mi trueno
en ese campo frenético
de pureza
en el desierto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

hermosos versos que muestran una tristeza ausente.
besos