Ofidios infinitos, como la cola de un cometa en el recuerdo de ese lago, bailan lustrando el piso en el que el pelo de mis ojos se derrama para sostener mas aún la profundidad en el sueño despierto al que acudo, cuando ellos en vez de cera, pasan por ese suelo con infinitud de colores hermosos y entonces lo único que perdura y existe en esta fugaz pureza acechada por la melancolia de cada tajante ventana repetida mil veces de la misma ridícula y penosa manera
es el amor .
No hay comentarios:
Publicar un comentario