agosto 05, 2009

Gris

Caen sobre el vidrio

en la pálida morada

de estrellas fugaces.



Ellas no lloran;

estallan, se estrellan,

se hacen bolitas de cristal

con el viento,

se desparraman

como el amor sin barreras.

Te invaden el frío

de melancolía.

Te acarician cual astilla

enfurecida

en la migaja

de tus sueños

aún

quietos.



Se te meten de prepo

por las cicatrices abiertas

y te pinchan las entrañas

con su brusco suicidio,

siguen por tu garganta

enmudeciéndote

las ansias

y pretenden ahogarte,

pero no.



Se te estremece la piel

y sale despedida

como un misil

por tus ojos espejados



y mueren



chapoteando

entre tus manos.









sOl.*

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