agosto 30, 2010

se lo quitan sequitos y vuelven al sèquito




El paso del tiempo cohagula el coartado efecto,
como entregarle tus ojos al cuervo.
Va sucedanea, tu macabra legion aficionada
vistiendose la boca de causalidades.
Mas ¿què ha de otorgar este vil enceguecimiento
a tu sordera?

Mientras crepitan tus pensamientos
la luna se derrite en ultrajados zapatos
que llevan tus huesos abrigados
siempre de hiel.

Ileras de gemidos, a lo lejos
resonaban
como enjambres de pùtridos insectos
pseudo-humanos
asociantes de errante dicha
con polvo de heterosuspirante.
Mismo cabalgar en animales muertos
es mirarte a los ojos,
porque se adivina la muerte
esclavizada al plomo
que surje de tu incesante agonia.

Hienas que se ocupan de alimentar a felinos
de endèmico palabrerìo
en la premura.

Mas animèse usted,
afectuoso navìo adornado
a tirar sus pupilas al mar
para que se la coman los tiburones
que en el habitan
y sus oìdos pose
como galletas en la popa
para que los pàjaros en heces lo transformen.

Aùn asi
y pese a todo,
si hasta manco lo dejaran,
ademàs de ciego y sordo
no dirìa ni una miserable palabra
mientras le gritan desde el alado
y dorado castillo
que venga a comer,
Solo corre...y corre...entre el montòn
con su vestido entallado
despues de caer entre espejos
a su inevitable mazmorra.



Sol...


Pintura: Magritte

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